jueves, 1 de marzo de 2012

EL HACHA Y EL MANGO

Un hombre que en el bosque se miraba
con un hacha sin mango, suplicaba
a los árboles diesen la madera
que más sólida fuera
para hacerle uno fuerte y muy durable.

Al punto la arboleda innumerable
le cedió el acebuche, y él, contento
perfeccionando luego su instrumento
de rama en rama va cortando a gusto
del alto roble el brazo más robusto.

Y a los árboles todos recorría,
y mientras los mejores elegía,
dijo la triste encina al fresno:
"Amigo infeliz del que ayuda a su enemigo"
(Samaniego)

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